SE RENTAN MUJERES

Los hombres que pagan por tener sexo son corresponsables del incremento de trata de mujeres y niñas en el mundo. La Organización Internacional para la Migración rebela en su estudio sobre trata de personas y su clientela que el 78% de los hombres que pagan por sexo comienzan a los 21 años o antes. Esto, entre otras cosas, significa que casi desde la adolescencia los hombres consideran que rentar seres humanos es correcto, a pesar de las condiciones en que estas mujeres se encuentren.
Durante años la literatura ha idealizado la prostitución, y el tema de la explotación sexual se ha abordado analizando la situación de las mujeres y niñas metidas al mercado del sexo. Ahora la investigadora Donna Hughes insiste en seguir los patrones de los clientes que nutren el mercado y la cadena alimenticia de la trata de mujeres y menores. Según Hughes los mitos sobre la demanda masculina de prostitución son falsos. Asegura que en realidad los hombres casi nunca están solos, raras veces tienen relaciones sexuales poco satisfactorias, casi todos los que pagan por sexo están casados o tienen pareja sentimental.
Las investigaciones muestran que lo que los clientes buscan es tener actos sexuales que sus esposas no aceptarían, o que ellos no le aceptarían a ella porque es madre de sus hijos. Quieren una mujer que pueden comprar por corto tiempo sin responsabilidades emocionales o morales; buscan tener sexo en contextos en los que no necesitan ser corteses, ni amables; en los que pueden humillar degradar y dominar mujeres, niñas y niños.
El trabajo de campo permite entender lo que siempre se ha dicho en economía: sin demanda no hay oferta. La normalización de la renta o venta de sexo es tal, que quienes pagan por sexo alimentan el discurso sobre la supuesta autodeterminación de las mujeres de cualquier edad para estar en la prostitución.
El Estado es el gran lenón en este mercado, pues además, para mantener la clientela segura, ha legalizado la prostitución y obtiene jugosas sumas por impuestos de prostíbulos, casas de masajes y centros nocturnos que ofrecen mujeres y menores. No existen indicadores de cuanto dinero queda en los juzgados por fianzas pagadas por mujeres detenidas con brutalidad policíaca en las razias de prostitutas ¿y los clientes? Ellos bien, gracias, en casa probablemente con su mujer.
El estudio de Donna Hughes muestra que los países donde hay más clientes de la prostitución son: Tailandia con un 73% de los hombres, España 39%, Japón 37% , Suiza 19% y Estados Unidos 16%. México no estuvo entre los países investigados. Lo cierto es que se estima que cada año 2.4 millones de mujeres, niñas y niños son víctimas de explotación para fines sexuales. Ochenta por ciento son mujeres, y el resto niñas y niños menores de 18 años. El único esfuerzo notable en el mundo para abatir la explotación de mujeres es el de Suecia; criminalizó a los proxenetas, dueños de burdeles y clientes, y ofrece salidas reales y protección a víctimas de explotación. En Holanda, que legalizó la prostitución, el gobierno acaba de aceptar que se equivocó, pues la trata de mujeres y la violencia aumentó 25%. Las mafias que explotan a las víctimas de trata no existirían sin la complicidad de ese varón que todavía piensa que al comprar a una mujer no está haciendo algo incorrecto. El problema no se resolverá sólo con leyes; requiere de la participación de toda la sociedad. www.lydiacacho.net

LOS PEDOFILOS SE UNEN Y SE DEFIENDEN

Un grupo de pederastas se reunieron, primero en persona, luego en Internet para crear el “Internacional Boy love Day (IBLD)” aprovechan este día, 24 de junio, para reivindicar lo que ellos llaman “sus derechos como hombres adultos a tener relaciones sexuales con niños pequeños”. La campaña viaja por Internet y en cada ciudad –desde Holanda y Bélgica hasta Egipto, Sudáfrica, Argentina, México, Canadá y los Estados Unidos de Norteamérica- los pedófilos encienden velas azules para reconocerse en las ciudades y pueblos. Algunos llevan tatuajes con las iniciales IBLD, otros han propuesto, en el 2008 mandar hacer stickers para pegan en sus automóviles, en los cuales defienden su derecho a violar niños y niñas menores.
En mayo 30 de 2006 un grupo de pedófilos registró ante las autoridades holandesas un partido político denominado Partido de la Caridad, libertad y Diversidad (Charity, Freedom and Diversity Party  CFDP por sus siglas en inglés). Lo que este partido solicita es que se anteponga su libertad constitucional y de pensamiento y expresión a los tratados internacionales de defensa de los derechos de niñas y niños. Los miembros del CFDP aseguran que entre ellos hay connotados miembros de la política holandesa, empresarios, padres de familia, maestros, sacerdotes y “todo tipo de hombres libres que han elegido expresar su sexualidad y vida erótica en relaciones libres con niños y niñas”.
Dentro de su Manifiesto exigen que se reduzca legalmente la edad de relaciones sexuales consensuadas de los 16 años a los12 años, que se legalice la bestialidad sexual, la pornografía infantil y, por supuesto, todas las formas de violación sexual de menores de edad.
La reacción ante  Boy love day, no se ha hecho esperar. Una fracción de la sociedad elige alejarse del tema que considera desagradable, que genera miedo y repugnancia. Algunos grupos de jóvenes, particularmente en Europa, en aras de expresar sus tendencias progresistas o Inn, argumentan que toda la gente debe tener derecho a expresar sus creencias políticas, sexuales e ideológicas. Sin embargo organismos tanto de la sociedad civil, como de cuerpos policíacos denominados Ciberpolicías, se dieron a la tarea, durante las últimas 48 horas a investigar, bloquear y perseguir las comunicaciones entre pederastas de todo el mundo, que durante ayer y hoy siguen buscando aliados a su causa.
Pederastas o pedófilos
Pederasta ( gr.paiderastís, de paidó niño y esrastís, amante). La pederastia es la práctica sexual con niños y niñas menores. La pedofilia es la atracción sexual del adulto por los niños, surge de la palabra paidofilia. Históricamente Freíd y Lacan establecieron las claves para que en nuestros días en psiquiatría y psicología se considere al abusador de menores como una persona enferma o con patologías producto de situaciones traumáticas.
Algunos investigadores consideran, y es opinión muy extendida en la divulgación científica de hoy (sin argumentos sólidos) que los pedófilos responden a  un trauma que arrastran de su propio abuso sexual en la infancia. También los científicos Kelly y Lusk apuntan que la activación sexual del pedófilo puede ser una reminiscencia de la infancia. Los primeros escarceos sexuales en la infancia se hacen normalmente con otros niños y niñas pequeñas. Según la teoría del aprendizaje social, los pedófilos pueden haberse activado sexualmente en ese momento y entonces sólo les excitan las condiciones físicas de los niños o niñas, por ejemplo, la falta de vello o el tamaño de sus genitales. También se indica que el aprendizaje se basa en parte en la asociación de fantasías sobre las primeras experiencias sexuales y la masturbación, Incluso los pedófilos pueden haber mantenido a lo largo de su vida las primeras fantasías sexuales de su infancia, que a veces se refieren a niños y niñas. Estos especialistas omiten explicar que el pedófilo se encuentra en situación de responsabilidad, confianza ante su víctima, y de poder por sobre ella. Aunque se ha demostrado que la mayoría de los pederastas son hombres y mujeres que funcionan socialmente de manera normal  y que asumen responsabilidad en todas las áreas de su vida.
Las y los especialistas abuso infantil
El psicólogo clínico argentino Jorge Garaventa, uno de los más reconocidos especialistas en abuso sexual infantil en América Latina asegura que “El maltrato y abuso sexual hacia la niñez se dan en una situación desigual en donde un adulto tiene el poder y utiliza su superioridad para el placer que le proporciona su víctima, aniquilada y sometida.” El terapeuta asegura que el abuso sexual de un adulto a un menor, así como la violación, no responden a una necesidad o a un impulso sexual, sino a un acto de poder y sometimiento que se expresa a través de una expresión erotizada”.
Varias especialistas de las nuevas corrientes de psicología humanista que atienden a menores víctimas de violencia sexual, opinan respecto a los viejos argumentos de la pederastia como una patología incontrolable. Aseguran que no es correcto pretender que quienes incurren en tales prácticas son prisioneros de la cultura, ya que hay un momento de definición subjetiva, donde, con dolor o sin él toda persona elige un camino. Si bien es cierto que desde las culturas griega y romana la pederastia era socialmente aceptada, y durante siglos la cultura patriarcal ha silenciado esta forma de violencia específica, que forma parte de la violencia social.
¿Sanar a los pederastas?
Hasta la fecha no existe un solo estudio científico que demuestre que los tratamientos psiquiátricos contra la pedofilia funcionen a largo plazo. La cárcel tampoco. Muchos de los casos más sonados de Estados Unidos y el más reciente en Austria son de hombres que estuvieron encarcelados por delitos sexuales y al salir de prisión siguieron cometiendo dichos delitos, pero con mayor encono y violencia. Varios países discuten la castración química para desactivar el área del cerebro que controla la libido; no está demostrado aun que controlar el impulso libidinal impida las agresiones a menores.
Mientras los pedófilos organizan su partido político y fomentan redes de abuso sexual infantil. Se estima que únicamente 1 de cada 36 casos de violación es denunciado en México. Los reportes de la UNICEF dicen que alrededor de 2.4 millones de mujeres, niños y niñas son sujeto de explotación infantil en el planeta. Basta imaginar lo que sucedería si no se detiene el fenómeno que pretende normalizar la violación de niños y niñas menores.

PLAN B/ LA CORRUPCIÓN COMO VALOR

Lydia Cacho
Un importante miembro del Consejo Coordinador Empresarial sale de dar una conferencia sobre Valores y honestidad para el éxito empresarial. Habló sobre la gravedad de robar señales de cablevisión o comprar películas piratas. Va manejando y da una vuelta prohibida, la patrulla lo detiene, amerita una multa y restarle puntos a su licencia. El empresario se arregla con el policía con mil 500 pesos. Es mucho dinero, pero tiene prisa. Una joven de 15 años, hija del rabino más connotado del Distrito Federal, teme perder su beca en una escuela privada y compra su examen final por 20 mil pesos en efectivo. Un conductor de noticiero radiofónico sale de la estación luego de fustigar la corrupción política. No trae placas desde que compró su camioneta hace seis meses. Pero su chofer le consigue permisos en Tránsito usando la fama del jefe. Cerró la fecha de inscripción de la Universidad Pública y 230 estudiantes quedaron fuera por falta de espacio, un Secretario de estado llama al Rector y le insiste en que tres jóvenes de calificaciones mediocres deben entrar porque son hijos de sus compadres. La conversación va de la extorsión a la amenaza; el Rector cede y deja fuera a tres estudiantes que habían  ganado legítimamente su derecho a estudiar. Un obispo da misa, al terminar se encuentra con un representante del Cartel del Golfo y le confiesa en privado. A cambio, una narco limosna en efectivo de 300 mil dólares. Se persigna con ella y le dice al narco “Que Dios te cuide, hijo mío”.
Todos los días la gran mayoría de los casi 60 millones de personas adultas Mexicanas buscan justificaciones para violar las leyes. ¿Por qué?
 Octavio Paz explica en un ensayo las raíces de la cultura de la corrupción. En el período colonial las leyes fueron diseñadas desde España, basándose en el sistema de vida español, trazadas por gente que nada conocía de los usos y costumbres mexicanos, ni del clima y la vida cotidiana. En algún momento hubo 200 mil ordenanzas que regían la vida de la Nueva España (México) hasta los últimos detalles, pero cuya aplicación real habría hecho la vida imposible. Durante trescientos años los habitantes de este lado del Atlántico crearon una cultura de negociación fraudulenta cotidiana. Cada día, sobre cada ordenanza de la corona española, alguien creó atajos para incumplir leyes absurdas y arbitrarias.
 Para toda la población las leyes eran legales pero no legítimas. No gozaban de consenso y respeto de la gente. Durante tres siglos nuestros antepasados aprendieron a desconfiar de leyes impuestas por conquistadores. Leyes en esencia racistas, sexistas, producto de un doble discurso. Durante tres siglos se cultivaron valores fincados en estrategias para quebrantar leyes, para negociar su incumplimiento sin castigo. La corrupción en México es un valor cultural añejo. Un valor que cotidianamente alimentan ricos y pobres, políticos y narcotraficantes. Policías y ladrones, burócratas y empresarios.
 Lo cierto es que todos los días quienes moralizan sobre corrupción, la ejercitan. Corrupción significa descomposición. Descompuesto está nuestro sistema de justicia, porque no se aplican las leyes sino la interpretación para quebrantarlas. La cultura se transforma en la medida en que la sociedad descubre, acepta y favorece el cambio de sus costumbres, e implementa nuevos sistemas de principios y valores. Es un asunto de congruencia individual y colectiva. Aunque efectivamente la maquinaria política se fortalece y nutre diariamente con actos de corrupción, y aunque es bien cierto que el poder judicial es inoperante por su alto grado de descomposición, no podemos seguir hablando de los problemas de nuestro país basándonos en “lo que hacen los otros”; nos urge una mirada hacia adentro, una autocrítica urgente nos espera ¿podremos transformar nuestra cultura? Ustedes dicen…  

Un milagro entre nosotras

POR LYDIA CACHO

“Ahora que me estoy muriendo -dijo mi madre el otro día- he podido hacer un recuento de mi vida. De nada me arrepiento, creo que si no hubiese tenido los malos momentos que pasé a lo largo de sesenta y tres años de vida, mi espíritu se hubiera quedado detenido en el tiempo; cómoda y plácidamente asentado en la sencillez de vivir cada día sin afanarme por cambiar nada. Soy y he sido una mujer feliz”
    Con estas palabras comencé un fin de semana a solas con mi madre, quien a lo largo de mi vida, ha sabido ser a veces educadora, protectora y fuerte, y otras, amiga íntima e irremplazable. Dos días en que durmiendo a lado de la cama de hospital, la escuché reírse de mis chistes sobre Clinton y Zedillo y llorar porque aunque no le teme a la muerte tiene cierto miedo ante el dolor físico.
    Se despide una y otra vez de maneras distintas. Es ella quien consuela a sus tres hijas y tres hijos, a  mi padre, Oscar con quien cumplió ya 40 años de casada, y a sus amigas que lloran cuando la miran delgadita y pálida, aunque siempre sonriente y amorosa, caminar hacia el fin de sus días. Juntas recordamos sucesos de nuestro pasado, hablamos de su matrimonio y del mío como si fuésemos comadres que no se han visto en largo tiempo, y que tienen mucho que decirse acerca de sus secretos del amor y las pasiones. A ratos guardamos silencio para permitirnos ese cariño tan sabroso que no necesita de palabras para saberse presente, en el que tomarse las manos basta para sentir la presencia del amor.
     Cuando creo que ya aprendí suficiente de esa mujer alegre, luchona y valiente, ella viene a sorprenderme sólo para comprobar que siempre seguirá haciéndome crecer con su forma de ver la vida.
     Su enfermedad, según los médicos, es incurable e irreversible. Ella lo sabe y lo hemos hablado abiertamente. Su fe la mantiene más cerca de Dios que nunca, se le nota en la paz de su mirada y en la forma en que habla de la vida antes y de la vida ahora. ¡Claro que lloramos juntas, y mucho! A veces es de pura tristeza por saber que su cuerpo ya no estará con nosotras para abrazarnos fuerte, ni su voz del otro lado del teléfono para contarnos alguna de sus aventuras con sus grupos de alumnas y sus conferencias de autoestima; ni para asegurarnos -con esa certeza tan suya- que todo va a estar mejor. Pero otras veces, es ese llanto extasiado de felicidad y emoción que surge después de haber hablado con sinceridad sobre su partida, de aceptarlo todo, no con la hipocresía de la fe ciega y miedosa, sino con la noción de que la vida es para vivirse y gozarse, la muerte para aceptarse.
     “Puede haber un milagro”, “No digas que se va a morir, si no tienes fe, no se salvará” dice la gente a nuestro alrededor. Por supuesto que tenemos fe, estamos tan cerca  que ya no compartimos el miedo que produce la negación de una realidad inminente. Hemos comprobado que el sufrimiento y el dolor son siempre fuente de aprendizaje y crecimiento espiritual, lo que no significa que no se valga decir “Te voy a extrañar, Mamá, me gustaría que no te mueras”.
     “Estarás conmigo -le dije a mi madre- cuando me ponga a cocinar los platillos franceses de las recetas de la abuela, cuando ponga la mesa elegante y goce de una buena botella de vino con mis amistades. Estarás aquí cuando me entre la pasión y escriba contra la injusticia y la desigualdad, y repita como me dijiste en la infancia, que México va a cambiar para bien. Irás conmigo cuando vuelva  la sierra de Guanajuato a visitar a mis amigos indígenas. Estás en tus nietos y nietas que juegan a la lucha libre porque tú les enseñaste la llave Nelson y la quebradora.Estarás aquí cuando lea a los clásicos rusos y cuando de un taller con tus técnicas de enseñanza”
     Son muchos los milagros que se han dado con mi madre, esperar otro es pedir demasiado. Y de cualquier forma, creemos que va  a vivir más de lo que aseguran los médicos. Un milagro es el haber conocido a una mujer que supo ser madre de seis criaturas, esposa de diario, psicóloga de profesión,feminista amorosa, guerrillera intelectual, misionera de corazón. Que  se dio tiempo para jugar con nosotras y que siempre se supo reír. Que nos llevó al orfanatorio  y a la ciudad perdida, para que trabajáramos a su lado ayudando a  quienes tenían menos que nosotras; que me enseñó a estar orgullosa de ser mujer. El mayor de los milagros es haber podido crecer con un ser humano que supo enseñarnos a ser felices y bondadosas con el ejemplo cotidiano, que supo respetar nuestro pensamiento y que al final de su vida, espera tranquila y amorosamente, aprovechó la lentitud de su enfermedad para decirnos que la vida es un regalo, que cada día debemos vivirlo como si fuese el último: llenas de amor.
(Mi madre murió años después de escribir este texto.Y efectivamente su espíritu sigue cerca, nutriendo la esperanza y la felicidad. Ahora, en el aniversario de su muerte, comparto su recuerdo)

Eres mi héroe, Papá


La cursilería que arrasa en es-tos días diría que es “muy padre ser padre” o que “a papá con amor, regálale un Ipod o una camisa de cocodrilito”. Nadie se atreve a decir: “Al padre que está ausente emocionalmente todo el año, pero que trae dinero a casa, celébralo” o “para aquél que repartió su esperma en varios cuerpos: una suscripción anual de Hola!”. O: “Para el padre a quien nadie enseñó a serlo: una suscripción a ESPN”. Este domingo Emilio Gamboa seguramente le llamó a Kamel Nacif para recordarle: “¡Papá, tu mandas!”. Pero ¿qué significa ser padre?La realidad es que el país está lleno de hijos que fueron abandonados por sus padres, ya sea emocional, física o geográficamente. De padres que golpean a sus hijos porque les enseñaron que ser hombrecito es ser macho y violento. Hay miles de hijos que juraron no repetir el modelo aunque a veces lo hacen. Padres a quienes les enseñaron que para ser hombre hay que tener mucho sexo y que la mujer es la responsable de evitar el embarazo. Padres que tuvieron que dejar la universidad porque no se pusieron condón, y les forzaron a casarse y a tener una criatura no deseada.
De la maternidad se dice demasiado. De la paternidad nada. Quienes han estado en contra del derecho de las mujeres para tomar decisiones sobre su cuerpo y la maternidad han evitado a toda costa hablar del papel de los inseminadores o de la paternidad no elegida. Apenas comienza la cultura denominada por el terapeuta Paco Cervantes como paternidad responsable, amorosa y presente. Se vende el concepto vacuo. Para designar algo maravilloso decimos: “¡Que padre está!”, sin embargo nadie dice: “¡Qué poco padre!”; o: “¡no tiene padre ese desgraciado!”. Octavio Paz nos explicó que chingar significa violar. Por eso en México un “hijo de la chingada” es un hijo ilegítimo de una mujer violada y cuando alguien quiere insultarte te manda con esa mujer abusada y desvalorizada socialmente.
Los conceptos de maternidad y paternidad que hemos heredado del siglo XVI son obsoletos. Millones de niños y niñas inseguros caminan las calles de México. Hijos de mujeres y hombres a quienes les vendieron la noción de la procreación amorosa, tierna y mágica pero nadie les enseñó a desarrollar y nutrir esa magia.
Es cierto que el hecho de que la mujer lleve dentro de su cuerpo a su hijo o hija por nacer establece un vínculo especial, pero eso no la convierte en buena madre. También es cierto que pocos hombres están conscientes de que su esperma es una parte integral de ellos, son sus genes, su energía, dan vida. Por eso la paternidad no debería ser producto de la casualidad o la violencia, sino del amor, de la responsabilidad informada, del deseo, de la habilidad y la constancia para criar a un ser humano con derecho a la felicidad, a la educación, a la salud, al amor. A los que sí aprendieron, como mi padre, un abrazo.

¿¡Ya basta! señor Presidente?

Columna publicada los lunes en El universal y otros diarios de México
PLAN B
Lydia Cacho

Felipe Calderón tiene miedo. Pero no es el mismo miedo que tenemos 104 millones de mexicanos y mexicanas que sabemos que de cien delincuentes que nos ataquen solamente dos irán a prisión. No es el miedo de los empresarios que saben que su cabeza tiene precio para los secuestradores. Ni el de las y los periodistas que reciben granadas en sus redacciones, o cabezas y cuerpos mutilados a la puerta de sus diarios. No es el mismo miedo de los familiares de las y los reporteros secuestrados, torturadas, desaparecidos.
El presidente tiene el miedo de quien cree que tiene el control de la situación y la realidad le abofetea en el rostro para recordarle que se equivoca. El asesinato de Edgar Millán desató su ira y  el “¡Ya basta!” (aunque unos días más tarde nos aseguraron que vamos ganando al guerra. ¿Acaso Mouriño confunde la realidad con el score de su X-Box?).
Junto con su “Ya Basta”, el presidente expresó sus reclamos a la prensa, a las y  los ciudadanos: “Es una exigencia sin excepción. A los ciudadanos para no ser cómplices de la ilegalidad, para denunciar los delitos, para avisar a las autoridades de los delitos, de las operaciones criminales. Para no solapar la existencia, ni en el barrio, ni en la ciudad (…) ni en la cámara empresarial de las organizaciones criminales”.
Esta retórica de corresponsabilidad valdría en un país en que el gobierno reconoce a las sociedad como interlocutora. Pero el gobierno de Calderón tendría que ser capaz de darle garantías y seguridad a las y los que siguiendo su “exigencia” arriesguen su integridad y la de sus familias. Pero algo no cuadra en este grito de guerra presidencial. Las y los periodistas que hacen justo lo que Calderón pide, son sometidos a juicios interminables como el que enfrenta Miguel Ángel Granados Chapa, o están muertos como Jesús Blancornelas y 30 más; o viven bajo amenazas como cientos de colegas. No es válida cuando el gobierno despolitiza y desprecia los derechos humanos. Porque los derechos humanos no son una súplica moral, sino una exigencia legal para evitar (entre otras cosas) los abusos del poder en todos los ámbitos sociales. No se puede exigir a la sociedad que se sume a la guerra,  mientras al ejército y la policía tienen carta blanca para violar derechos y arroparse entre el patriotismo y la corrupción.
Yo le pregunto al Presidente. ¿Es una guerra contra las drogas o contra los poderes del Narco? ¿En quién sugiere el Presidente que creamos? ¿Que denunciemos ante la policía infiltrada que vendió a Millán? ¿Acaso no tienen SIEDO y la Secretaría de Hacienda instrumentos para investigar la economía criminal en las cámaras empresariales? ¿Propone el Señor presidente que la gente común vaya a la policía local a denunciar las narcotiendas que los polis protegen?  ¿Llama a la sociedad solapadora cuando en el Congreso están los priístas que generaron y alimentan un sistema sin Estado de Derecho,mismo que fortaleció  al Crimen Organizado? ¿Por qué la policía federal y el ejército no persiguen a los sacerdotes y obispos que reciben narcolimosnas? ¿cuántos de los narco-procuradores  que son investigados por SIEDO están el prisión? ¿Quién solapa a los gobernadores  y alcaldes asociados con el crimen organizado?  ¿Quién se toma la foto a su lado?     www.lydiacacho.net

La tropa solitaria

Publicado en El Universal y otros diarios el 2 de junio de 2008

Manejo por la avenida Kukulcan, en Cancún. De mi lado derecho el mar transparente y luminoso, a mi izquierda dos camiones del Ejército mexicano. Cada cinco metros un soldado, con casco y arma larga a la mano, dispuesto a lo que parece un operativo especial. Más tarde me entero de que lo que atestigüé fue un simple operativo de práctica para la próxima visita del presidente Calderón a Cancún.

Dos días después logro entrevistar a tres soldados. Vestidos de civiles llegan a la cafetería. Animosos hablan de sus familias, de cómo y por qué entraron al Ejército como su única opción para estudiar. ¿Tienen miedo? Pregunté. Miedo de que la guerra contra el narco acabe con sus vidas. Miedo de que su comandante o general se venda a los traficantes y los traicione. Miedo a que Los Zetas de Cancún les hagan un tentador ofrecimiento económico.
“Miedo, miedo, yo no tengo”, asegura Francisco J, “a veces uno siente temor de todo eso que usted menciona. Yo tengo 26 años y tengo estudios y estoy para defender a mi país. Aunque luego a uno le pega saber que ya están hablando mal de nosotros, que si somos violadores y esas cosas”. Aseguran que jamás violarían a una mujer, aunque saben de compañeros que cuando traen adrenalina del combate “hacen cosas indebidas sin pensar”.
¿Están entrenados para matar? Pregunto. “Pues no… para defender, y si defendiendo uno tiene que matar, pues mata, eso es parte de la defensa de la nación”. Pregunto si creen que los narcotraficantes están mejor en la cárcel o muertos, los tres cruzan miradas. Silencio. Uno se anima: “Pues honestamente, muertos” y argumenta la cantidad de policías que se arriesgaron para arrestar al Chapo Guzmán y luego lo dejaron libre; otro acota que es mejor que los manden a Estados Unidos porque allá les dan cárcel de por vida o pena de muerte. Entre risas explican que son como los Gremlins de su infancia: si se moja un bicho de esos, de él salen otros 10, o 20… así es con los narcos.
Nos despedimos, uno saca de un periódico doblado un libro de mi autoría, me pide que se lo dedique y pregunta cómo sé en qué policías confiar, para entrevistarlos. ¿Cómo sé quiénes son los buenos y quiénes los vendidos?
Si los cálculos de un fiscal de SIEDO son correctos, uno de esos tres jóvenes frente a mí, ante la disyuntiva de venderse al narco o morir, decidirá aceptar el dinero. Traicionará al Ejército y a lo que él llama su patria.
Nos despedimos con la esperanza de que esta violencia moral y social termine algún día. De que ante la disyuntiva de corromperse o defender sus principios, cada vez más personas opten por sus principios. Francisco J dice: “Le puede a uno tener que dar la vida por culpa de los políticos que nos dejaron este país así”. El soldado recuerda que el narco no llegó solo a México, que los cárteles entraron por la puerta grande, del brazo de los gobernadores y procuradores.
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